El Paraíso
Come Carne
El Paraíso
Come Carne
Nada desaparece,
solo cambia eternamente,
y el final,
también es el principio.
Nada desaparece,
solo cambia eternamente,
y el final,
también es el principio.
Un libro sobre la muerte y la transformación de la existencia.



A través de la inquietante belleza de cadáveres animales fotografiados en paisajes simbólicos pintados al óleo, esta obra recorre múltiples visiones culturales y espirituales, explorando cómo diferentes tradiciones han interpretado lo que sucede más allá de la vida.

La obra conecta estas creencias postmortem, a menudo descartadas por el pensamiento contemporáneo, con nociones científicas actuales. Al revelar sorprendentes similitudes entre ambos enfoques, cuestiona nuestras ideas modernas sobre la inmortalidad y el fin de la vida.
El Paraíso Come Carne nos conduce a contemplar nuestra conexión con el universo y el Todo, revelando un ciclo eterno de creación y destrucción que nos recuerda que el fin no es más que el principio.
El Paraíso Come Carne es un proyecto artístico y reflexivo de Elena de la Rúa que cuestiona nuestra visión de la muerte, la continuidad de la existencia y el lugar que ocupamos en el universo. Sus fotografías de animales muertos, integradas en paisajes pintados al óleo, evocan la tensión entre la crudeza de lo real y la potencia simbólica de mitos y ritos postmortem. Estas imágenes dialogan con textos que abarcan desde reflexiones filosóficas y antropológicas hasta teorías científicas (física cuántica, cosmología) y referencias místicas (tradiciones orientales, principios herméticos).
Lo que en un principio podía verse como un simple registro de la muerte se transforma, a través de la pintura, en una escenografía donde la naturaleza y la imaginación se entrelazan. Elena de la Rúa aborda la pregunta esencial: ¿es la muerte el fin o parte de un ciclo?. Para ello, recupera creencias ancestrales como la reencarnación, la resurrección o la disolución en el cosmos, que han sido descartadas en una cultura dominada por el racionalismo y el materialismo. Sorprendentemente, muchas de estas ideas encuentran paralelos en la ciencia moderna: la indestructibilidad de la energía, la Hipótesis de los Muchos Mundos de la mecánica cuántica, o los ciclos cósmicos propuestos por la Cosmología Cíclica Conforme.
En los textos que acompañan la obra, Alejandro Castellote (“Retratos con Paisaje”) profundiza en el choque entre lo real y lo pictórico, resaltando la intención de la artista de crear universos pictóricos que sugieren esa “promesa de paraíso.” Por su parte, Ângela Berlinde (“Muerte y Flujo: La Peligrosa Belleza de la Existencia”) describe el carácter híbrido de la propuesta: una “danza” que combina el registro fotográfico con la pintura, la vida con la muerte, lo tangible con lo intangible. Ambas miradas subrayan el gesto de detener el tiempo y la transformación para mostrar al espectador que detrás de la apariencia de finitud se atisba un ciclo de cambios perpetuos.
Inspirándose en la tradición de la naturaleza muerta y conectándola con rituales funerarios (momias, enterramientos, reliquias), El Paraíso Come Carne sugiere que el cadáver no es solo un final, sino un umbral hacia realidades ignoradas. Así, Elena de la Rúa rompe las categorías de la fotografía convencional y expande los límites de la representación pictórica. El resultado es una obra que dialoga con los miedos e intuiciones humanas más profundas, combinando de forma audaz arte, ciencia y espiritualidad para recordarnos que, tal vez, la muerte no sea sino otra forma de vida.